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A la edad de 22 años (1831), el joven científico se embarcó en el buque inglés HMS Beagle, que daría la vuelta al mundo en cinco años. El joven Darwin llegó a las islas Galápagos en septiembre de 1835 para permanecer unas cinco semanas, despertando su interés por realizar diversos estudios en la isla San Cristóbal, Floreana, Isabela y Santiago.
Nada más desembarcar en las Islas Galápagos, quedó sorprendido por su lejanía del continente. Lo que más le llamó la atención fue que, a pesar de la distancia entre islas, y de tener condiciones similares de clima, geografía y otros aspectos, había especies muy diferentes.
Al observar las especies endémicas, estaba seguro de haber encontrado un completo laboratorio natural, que le permitiría disponer de todos los recursos para su investigación y seguir maravillándose a lo largo de su expedición.
Su obra «El Origen de las Especies», finalmente, se publicaría en noviembre de 1859 en la que hay algunos puntos importantes como:
- Las especies están en constante cambio, no son fijas
- La vida como una lucha constante por la existencia y la supervivencia, esta lucha daría como resultado que los organismos que menos se adapten en un medio natural desaparezcan y que los mejores puedan reproducirse conociéndose como la llamada «Selección Natural», esta selección natural, desarrollo y evolución requerirán largos periodos de tiempo, continuarán las variaciones genéticas, la herencia natural.
La aportación de Charles Darwin, le llevaría a ser considerado como uno de los cinco personajes más influyentes de la Corona inglesa durante el siglo XIX, y la existencia de las Islas Galápagos se convertiría en uno de los pilares de investigación más importantes de toda la humanidad y la ciencia.